OSCAR MORACHO
Título: Jóvenes vecinos
Recuerdo distintos flashes de cuando me acercaba a los dieciocho. El monte y los amigos, los entrenamientos de atletismo o las paredes de Atxarte, la inquietud y la rabia con la situación política y las injusticias sociales, los vinos y alargar las noches, los acordes de guitarra, la hormona subiendo y los escasos ligues, el reconocimiento a trompicones de uno mismo, las discusiones con los padres dentro de un calor y ejemplo familiar que solo más tarde supe valorar en toda su grandeza. Turbulencia, alegría, fuerza, dudas, sueños, curiosidad a chorros.
La adolescencia, en resumen, es una etapa mágica y brutal, en la que se juntan las prisas por ser adulto con la duda de si merece la pena abandonar lo que conoces, mezcla única de fuerza y miedos, que se vive con una intensidad que quizás no se vuelve a sentir en toda la vida.
He podido revivir varias de estas sensaciones en el tiempo que he compartido con estos jóvenes. Algunas se intuyen parecidas, aunque con otras hay un abismo de desconocimiento; haber llegado ilegalmente, el alejamiento de la familia, nuevo idioma, exigencias limitadoras, miradas desconfiadas, laberinto de formularios y trámites, futuro siempre incierto…
En nuestra sociedad tendemos a etiquetarlo todo, e incluso a intentar definir a las personas mediante tres o cuatro calificativos sencillos. A este grupo les llamamos menas, menores no acompañados, y para mucha gente ese adjetivo ya desencadena, como un resorte, toda una colección de temores y prejuicios.
A pesar de todo, este colectivo de jóvenes puede considerarse privilegiado. Otros se han quedado por el camino, no han conseguido apoyo suficiente o han acabado en el lado oscuro, ya sea por mala suerte, falta de aguante o la búsqueda de presuntos atajos que pocas veces llegan a buen camino. Estos, en cambio, han conseguido llegar, viven en centros o domicilios, siguen un programa reglado de formación profesional, tienen el soporte de una organización como Adsis, que no solo les apoya en su tutoría y formación sino que se centra en su desarrollo como personas en todas sus dimensiones, y les aporta un calor humano que quizás solo más tarde valorarán en toda su dimensión.
Por delante les queda por superar las barreras administrativas, los exámenes, la pelea diaria consigo mismos, la soledad del corredor de fondo, con las incertidumbres internas y de un entorno agresivo y que cada vez cambia más rápido. Y después, la barrera de los dieciocho años, que les soltará de repente a un mundo mucho más exigente. Algunos encontrarán trabajo y se quedarán aquí, creando nuevas familias y enriqueciendo nuestra sociedad, otros seguirán en busca de familiares en otros países, alguno volverá con su familia. Pero todos nos habrán enriquecido mientras han estado aquí, como vecinos de los que hemos podido aprender de su fuerza, su ilusión, su cultura, de conocer y compartir con otras personas.
El proyecto, como todos, está incompleto. Lo que comenzó siendo un trabajo de fin de curso de fotografía documental se fue convirtiendo en compartir su espacio de trabajo y de estudio, excursiones, comidas, música que nos gustaba, preocupaciones que les inquietaban. Y yo fui aprendiendo de la rotunda generosidad con que se dejaban fotografiar, la alegría que transmitían casi siempre, la confianza, el esfuerzo, las distancias que se van acortando rápido con el conocimiento mutuo. Teníamos más recorrido. Les impartí unos cursos de fotografía para móviles y convocamos un concurso entre ellos para organizar una exposición que permitiese conocer y divulgar su mirada, y algunas de cuyas imágenes iban a formar parte de esta publicación. Y más proyectos que quedaron repentinamente interrumpidos, como tantas otras cosas, por la Covid-19. Así que os transmito esta parte de la historia hasta que podamos seguir contando, construyendo y compartiendo una mirada que nos ayude a conocer mejor a nuestros vecinos y crecer conjuntamente como personas.
Caras y Sonrisas
Excursiones y Actividades
Estudios y Formaciones
Prácticas
Edición y Realización: Oscar Moracho
Contacto oscarmoracho@gmail.com
Agradecimientos:
A Moustapha, Khalid, Mohamed I, Souleiman, Lhou, Youssef, Aimrane, Hassan, Said S, Ayoub, Oussama, Marouane, Mohamed T, Said A y algunos otros, que me han permitido compartir momentos, historias, sensaciones y han tenido una paciencia encantadora con el “pesado de la cámara».
A Jose, Juan Cruz, Juan y a todas las personas profesionales y voluntarias que hacen posible este proyecto en Rekalde.
A la Fundación Adsis, que contra viento y marea trata de ir más allá de la mera formación para llegar de una forma integral a las personas, y que me han permitido aprender con ellos.
A Asier Larraza, Juan Valbuena y todos los profesores y compañeros de CFC que me han ayudado a intentar contar historias mediante imágenes.
Ya todas las personas que comparten su tiempo y conocimientos con los demás, que siguen luchando día a día por mejorar el mundo que nos rodea, y nos ayudan a creer y crecer.
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